Universidad recibió al presidente Mujica en Tacuarembó
Carta del Rector Rodrigo Arocena al Presidente de la República José Mujica
Sr. Presidente de la República
Don José Mujica
Estimado compatriota: al agradecer la visita del equipo gubernamental que usted encabeza al Consejo Directivo Central de la Universidad de la República, le presento un documento de síntesis y perspectivas de nuestro trabajo en el Interior del país.
En 2007 nuestra institución resolvió impulsar una Reforma Universitaria cuya meta fundamental es contribuir a la generalización de la enseñanza avanzada combinada con el trabajo a lo largo de la vida entera. Para ello se necesita un Sistema Nacional de Enseñanza Terciaria Pública, constituido por varias instituciones. Estamos colaborando activamente en la construcción de las dos nuevas instituciones que el país ha resuelto crear, el Instituto Universitario de Educación y el Instituto Terciario Superior. Paralelamente, dentro de la UDELAR se impulsa:
(i) la renovación y diversificación de la enseñanza, para que más estudiantes puedan
completar una formación avanzada;
(ii) la más estrecha conexión de la investigación universitaria con la inclusión social y el
desarrollo productivo del país;
(iii) la curricularización de la extensión, para que los estudiantes afiancen su formación
y su compromiso social colaborando en la solución de grandes problemas nacionales.
Propulsamos además la transformación de la estructura académica con vocación interdisciplinaria, la mejora de la gestión desde la capacitación de los funcionarios y la implementación de un Plan de Obras a diez años plazo. La Reforma Universitaria empieza a cobrar especial dinamismo en el Interior, en torno a tres ejes estratégicos: los Centros Universitarios Regionales, los Programas Regionales de Enseñanza Terciaria y los Polos de Desarrollo Universitario. Están en construcción los Centros Universitarios Regionales del Noroeste, el Noreste y el Este; uno o dos más están en estudio. Se están implementando Programas Regionales de Enseñanza Terciaria con varias ofertas educativas, incluso algunas que no se dictan en Montevideo; han sido elaborados en consulta con varios actores institucionales y
sociales de cada región. Se definieron Polos de Desarrollo Universitario ligados a las prioridades regionales; en ese marco se están radicando en el Interior más de ochenta docentes de alta dedicación. En 2011-2015 como mínimo trescientos docentes más de alta dedicación deberán radicarse en el Interior. Aspiramos a que en 2015 no menos de veinte mil estudiantes universitarios estén cursando estudios en el Interior. Todo ello contribuirá al progreso económico, social y cultural de las regiones involucradas. La Universidad de la República está poniendo en práctica esta estrategia que
seguramente puede sintonizarse con el proyecto nacional de transformación educativa que se está gestando en el país. Tenemos la esperanza de que nuestro encuentro de hoy defina un mensaje desde Tacuarembó: 2010 será el año de viraje en la enseñanza terciaria y universitaria pública, para avanzar decididamente con todos hacia la formación avanzada para todos en todo el país.
Reciba mis cordiales saludos
Rodrigo Arocena
Rector
Palabras del Presidente de la República José Mujica
Amigos universitarios. Cuando uno tiene tiempo y mira numeritos de nuestra historia, nos dicen cosas implacables. Implacables en su sencillez. Por 1914, más o menos, teníamos el doble de ingresos per cápita que Bélgica, que Holanda. Cuando yo estaba promediando el liceo todavía teníamos un pér cápita similar, más o menos, a cualquier país europeo. La diferencia es que hoy tenemos seis o siete mil dólares y con los que nos comparamos tienen 40 y pico. Así de sencillo, así de trágico.
A la salida de la guerra recuerdo bien, aunque era "gurisote", los sociólogos del mundo apostaban a que esta región de América, pero muy particularmente el Río de la Plata, iban a ser escalera de crecimiento de la humanidad. Y, ¿qué nos pasó, compañeros? Seguramente que no fue así; nos pasaron seguramente muchas cosas. Algunas, entre las causas centrales, sin que sea la única, hablan de la incapacidad que tuvo el Uruguay -también la Argentina y buena parte de América Latina- de construir mínimos consensos duraderos. Nos acostumbramos, al parecer, a jugar al todo o nada.
Seguramente que pueden haber muchos más ingredientes, no tiene sentido analizarlos acá, pero tendremos el país que sea capaz de parir su sistema de enseñanza, su conocimiento y su cultura. Pero hoy con una diferencia; porque ha habido cambios en el mundo que están allí en el horizonte, no se puede vivir de nostalgia o mirando para atrás o leyendo páginas amarillas. No es que eso no tenga valor, o que no tenga mensaje. Es que el mundo rico saca cada vez más y más y más ventajas. Y las ventajas las saca en el orden del manejo del conocimiento y ninguna propiedad es más importante que la propiedad del conocimiento. Y sé que estamos entrando en otra época que yo no voy a vivir por razones de edad pero ustedes, que tampoco son polluelos, tienen la responsabilidad de preparar a este Uruguay.
Tiene razón Danilo, tenemos que apostar a la calidad ¿pero a la calidad de qué? En primer término a la calidad ética del compromiso en materia de valores que significa una Universidad que no es el copete de eso, sino que es el cimiento de la propia sociedad y tendremos un país mucho mejor, seguramente, si profundizamos el conocimiento. Pero también lo tenemos que masificar.
Tenemos hoy un doble desafío porque me parece que hemos perdido mucho tiempo. Nos quedamos en Maracaná, nos quedamos, por las razones que fueran y hemos perdido demasiado tiempo. Y somos además, trágicamente demasiado pocos y viejos. Tenemos que entender nuestros puntos débiles, estamos obligados a que los uruguayos del futuro sean masivamente, promedialmente, los más capaces de América Latina, porque de lo contrario lo condenamos a ir rumbo a África.
Entonces, me siento congratulado. Yo les tengo que hablar de política, de alta política. No de política partidaria. Sin un pueblo calificado estamos fritos para pelear con este mundo y no alcanza con una minoría de brillantes intelectuales. No es suficiente. Necesitamos gente experta por todos los rincones del país, desde el que se sube en una tiradora al que está lidiando con un alambre; por todas partes.
¿Por qué?, porque asusta la calificación de las sociedades contemporáneas. Hay que caminar por las calles de Alemania, teniendo ojos para ver, teniendo ojos para medir. Claro que cualquiera puede hablar de los laboratorios y de la investigación alemana y todo eso que rompe los ojos. Pero hay que ver la soldadura que se ven en la calle. La maestría de los carpinteros elementales. La perfección en los trabajos aparentemente más humildes que impulsan el nivel de una sociedad.
Entonces, les agradezco mucho porque hay vientos de cambio y de empuje. Tal vez, empezamos a vivir una época en que estamos medios hartos de darle vuelta al huevo hasta que le encontramos el pelo y tal vez, colectivamente, como sociedad, empezamos a encontrar un tranco de cambio y de optimismo, relativo con las cosas que podemos. No sé, seguramente que otros van a investigar.
Hay épocas de cambio y épocas conservadoras. Yo vengo de una unidad militar. Hablando en un lenguaje crudo, luchando por la unidad nacional. Este es otro escenario de unidad nacional. Pero unidad nacional que parte del principio de entender que vivimos y convivimos con diferencias. Aprender a manejarnos con las diferencias, pero lograr resultantes prácticas. A no quedarnos trancados, a tener ergonomía de marcha, en que las verdades que tenemos son parciales y son siempre relativas y encontrar salidas.
Es enorme la responsabilidad que tiene la Universidad del país. Enorme. Y llevar el conocimiento al interior es, además, la mejor lucha por la integración de la nación.
Llevamos casi 200 años, afanándole la inteligencia al interior permanentemente. En nuestros discursos políticos, hablamos de descentralización. Si no descentralizamos el balero por todas partes -porque la inteligencia tiene que estar en todas partes-, nos quedamos con un pedazo de país. Pero además, cada vez más desembocamos en proponernos en el mayor egoísmo. Se puede tener resultados francamente discriminatorios y clasistas, divorciadores de la unidad del país y de la integridad del país, sin mala intención, con los sueños más bonitos. Pero son los resultados los que acusan. Y si el tiempo que en va a venir, de los cuales yo o los de mi edad no vamos a estar, pero donde una parte del mundo, con juventudes que el 60%, 70%, va a tener calificación universitaria y vamos a mandar a nuestros gauchitos a competir en ese mundo abierto, con nuestras tasas de hoy, ¡estamos fritos!
Ese es el desafío que tenemos por delante. ¿Cómo hay que hacer las cosas? Nadie sabe más que ustedes. Nadie tiene más recursos intelectuales ni experiencia que ustedes. Nadie tiene más responsabilidad que ustedes. Nadie.
Me congratulo de las decisiones que tomó en el 2007 la Universidad y de los vientos de cambio que empuja. Hay que prepararse para un tiempo feroz. Los que no tengan el cerebro y las manos calificadas, la quedan. Y ese mundo está ahí, a la vuelta de la esquina. Esta es una lucha de fondo para que nuestros hijos sean mejores que nosotros.
En términos estadísticos y en términos promedio el desafío es doble: profundizar la calidad, masificar el conocimiento y la cultura. Conocimiento sin cultura puede hasta resultar peligroso, porque la cultura tiene que ver con los valores y ¡ay! de nosotros con un pueblo calificado y sin valores.
Entonces, gracias compatriotas. Hay un viento de cambio, no sé de dónde viene. Sabés que las largas frustraciones que mis años representan. Algunos quedamos en la frontera de la universidad porque nos dedicamos a la ‘changuita’ de cambiar el mundo. Y en eso estamos, sólo que más pacientes, más lento y menos soberbios, sabiendo que hay que sumar de tanto en tanto, que hay que acumular y esto es parte para que tal vez existan herramientas masivas, para que algún día, en otro tiempo, los hombres puedan construir un mundo donde lo mío y lo tuyo no nos separe. Gracias compatriotas.
Discurso del Vicepresidente Danilo Astori, ex decano de la Facultad de Ciencias Económicas
Antes que nada, mis palabras de agradecimiento. En primer lugar, al Gobierno Municipal de Tacuarembó, representado aquí por el señor Intendente, el señor Presidente de la Junta Departamental, al pueblo de Tacuarembó, a las autoridades universitarias a las que -junto al honor que representa para mí estar participando de esta actividad tan importante- quiero decirles que me siento como en casa. Soy universitario y siempre he creído que esto no significa meramente una posición académica o profesional. Es un compromiso con los valores superiores de la sociedad uruguaya y, especialmente, con la convivencia democrática.
La historia nacional ha penetrado siempre por las puertas y las ventanas de la Universidad de la República y se ha instalado permanentemente en su interior. La Universidad de la República también ha sabido salir a las plazas y a las calles del Uruguay para compartir la historia de nuestra sociedad. He integrado este consejo en dos etapas relevantes y recordables de la vida nacional. La primera, muy breve por razones obvias, cuando el autoritarismo se estaba transformando progresivamente en tiranía absoluta, que se ensañaría con el Uruguay en su conjunto y, en particular, con la Universidad de la República. La segunda, en el amanecer de la recuperación democrática cuando, entre todos los universitarios, intentábamos una labor de reconstrucción y de sueños de proyección hacia el futuro que, obviamente, luego fueron continuados, seguidos por toda una peripecia, como culminación de la cual siento hoy, personalmente -y quiero que me permitan decirlo- estamos participando de una etapa crucial de la vida universitaria.
Una verdadera cuestión de Estado y así lo ha definido el Gobierno actual que propuso el análisis de la educación en su conjunto y, por su puesto, incluyendo la enseñanza avanzada, la enseñanza superior, la terciaria. Como una cuestión que está por encima de las diferencias partidarias y de la alternancia de los gobiernos. Y que busca en el acuerdo entre los diferentes actores sociales, por encima de discrepancias que son naturales, lineamientos comunes que puedan ser respaldados en beneficio de nuestra sociedad.
Y así hemos definido el tema de la educación. Un tema que cuando nos convoca a la reflexión siempre puede motivar la apelación a dos conceptos muy importantes: el universalismo social y el universalismo cultural. El primero apuntando a la construcción de una sociedad integrada y justa; el segundo, recibiendo a las diferencias y sobre todo a las cercanías que se pueden construir entre las diferencias que normalmente tiene cualquier sociedad. Ambos conceptos tienen un factor de sustentación común, entre otros, son los fines de la educación. Los fines de la educación en una sociedad con referencia a la construcción o al alcance de niveles progresivamente más altos de desarrollo económico y social, que contienen en similar postura de jerarquía a la expansión material de la sociedad y a la construcción de justicia. Con términos de acceso equitativo a los frutos de esa expansión material. Los fines de una educación en la construcción de ciudadanía. Y, precisamente, en el marco de un proyecto nacional sin el cual, con visión estratégica, la discusión sobre los temas de la formación educacional carecería de una orientación fundamental.
Por eso es que queremos discutir el tema de la educación y en particular de la educación superior, en el contexto de ese proyecto nacional. Proyecto nacional -repito- por encima de diferencias partidarias y de la alternancia de gobiernos, que convoque a compartir lineamientos estratégicos fundamentales, encabezados por el hecho de que este pequeño país en tamaño físico pero enorme en potencialidad, pueda apuntar siempre al concepto de calidad, como concepto orientador fundamental del proyecto. Concepto de calidad que conduce inexorablemente a la jerarquización de la educación, del conocimiento y la cultura, como lineamientos estratégicos fundamentales de ese proyecto.
Invito a pensar no sólo en la importancia de estos tres conceptos, sino en su interacción. La educación, preparando el terreno fundamental para la creación de conocimiento. Este último, alimentando permanentemente el desarrollo educativo y el progreso cultural, haciendo que las sensibilidades espirituales sean fundamentales en la definición de valores y, en definitiva, en la orientación tanto de la educación como del conocimiento. Al fin y al cabo, la cultura no es otra cosa que el espacio en el que los integrantes de una sociedad se encuentran, crecen juntos, se cultivan juntos, desarrollan la autoestima colectiva y aprenden a respetar valores fundamentales, como el altruismo, la solidaridad, el respeto y la tolerancia.
Es en ese marco, entonces, en el marco de la orientación en que la calidad del país y su potencialidad, el papel de la educación, el conocimiento y la cultura, que tenemos que pensar todos: cómo promover una formación educacional cada vez mejor, conciente de sus relaciones con la creación de conocimiento y el avance cultural y, en particular, la enseñanza avanzada.
Y yo quiero decirles que repasar todos los documentos que han servido de base a esta sesión, escuchar al señor Rector, escucharlos a ustedes representando a los diferentes órdenes de la Universidad, me siento muy tranquilo. Porque creo que estamos apuntando en la dirección que necesita el país. Y sobre todo quiero referirme a esa especie de consigna general que está orientando la reforma universitaria iniciada en 2007 -si no recuerdo mal- que nos habla de la generalización de la enseñanza avanzada, combinada con el trabajo a lo largo de la vida entera. Es toda una consigna en cuyo marco podemos identificar orientaciones fundamentales, no sólo por el papel que le asigna a la generalización de la enseñanza avanzada, sino a la exaltación del trabajo como valor fundamental del camino a seguir en el futuro. Durante la vida entera, lo cual también tiene un significado -a mi juicio- muy profundo acerca del futuro que estamos viendo para el país.
Yo creo que el Gobierno actual está absolutamente comprometido con estos valores. Y trabajaremos, seguramente, en esta orientación. Y ese es uno de los ingredientes fundamentales para ir progresando: la voluntad política. Seguramente, quienes están en la oposición al Gobierno también comparten aspectos importantes de esta propuesta. Se requiere que junto con esta voluntad política -ojalá lo más general posible, ojalá lo más sostenible y sólida posible- necesita también una transformación de la educación y, en particular, una transformación de la educación superior y sobre todo un fortalecimiento de esa red, porque es una red y tiene que ser una red cada vez más fuerte que integra la formación educacional avanzada, con la investigación, la creación de conocimiento y el progreso cultural. Y la Universidad de la República está en esa red. Lo está con -menciono sólo ejemplos- la Agencia Nacional de Investigación y la Innovación, lo está con el Instituto Pasteur, con el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas, con el Sistema Nacional de Investigadores que, afortunadamente y después de tanto tiempo, tiene hoy el país en funcionamiento.
Al leer los documentos y los propósitos de la Universidad de la República -reitero- siento una profunda coincidencia con los lineamientos fundamentales que aquí están expuestos. En primer lugar, el fortalecimiento de las funciones básicas de la Universidad. No hay universidad sin investigación y esto lo hemos compartido con los universitarios durante tanto tiempo. No hay universidad sin crear conocimiento, porque esa es la base para fortalecer las funciones básicas que además integran la docencia y la extensión. La curricularización de la extensión me parece una novedad histórica y fundamental en la Universidad de la República. Curricularizar ese camino de doble vía que es la extensión por la cual la Universidad llega a los temas concretos de la sociedad y, al mismo tiempo, recibe las señales de esa sociedad para ir orientando su labor -reitero- me parece una novedad excepcional. Y estoy seguro que va a producir resultados concretos muy importantes.
En estas intenciones está también la mayor cercanía con el mundo productivo del Uruguay. Hoy mismo se ha vivido una jornada importante con la inauguración, el lanzamiento de esta carrera de Tecnólogo Cárnico, lo cual muestra que el sistema de educación terciaria no sólo se expande, se generaliza, sino que se acerca a la producción. Como, por ejemplo, en el programa que nos expuso el Decano de la Facultad de Agronomía apuntando, en el mismo sentido, a la diversificación de la oferta educativa, absolutamente fundamental tanto como la flexibilización de la misma, a través de un sistema cada vez más completo de créditos horizontales y verticales para docentes y para estudiantes.
La expansión y la descentralización de la enseñanza universitaria en la que el Gobierno y, en particular, nuestro Presidente ha insistido tanto está aquí claramente expuesta en esta propuesta que nos habla de centros universitarios regionales que están en marcha, de programas regionales de enseñanza terciaria y de polos de desarrollo universitarios. La llegada de la Universidad al interior tiene dos grandes caminos: por un lado, la instauración lisa y llana de la Universidad en el interior y, por otra parte, la participación en programas con diferentes actores sociales como, por ejemplo, lo que se está haciendo hoy en Tacuarembó que permiten, al mismo tiempo, esa presencia indirectamente -aunque no sea institucional- en la resolución, en la atención de problemas nacionales y regionales que son importantes.
Yo creo que hay que otorgarle una relevancia especial al fortalecimiento de la red de la que hablábamos hoy y promover dentro de la Universidad el progreso de aquellos núcleos que están responsables de hacer una conexión fuerte, sólida y sostenible con el conocimiento y con la cultura.
Dentro de cada institución existe eso. Y en el marco de este proceso, destacar los institutos que se están creando y que se están reglamentando en este momento (el Instituto Universitario de Educación, el Instituto Terciario Superior) nos están revelando que se están multiplicando y enriqueciendo las posibilidades de fortalecer lo que aquí mismo se llama un sistema terciario a escala nacional. Un sistema terciario que se proyecta, se instala y toma orientación y relación con la sociedad uruguaya en su conjunto; territorialmente hablando y educativamente hablando.
Así que, termino resaltando estas coincidencias fundamentales y, por supuesto, nuestra voluntad de estar permanentemente al servicio de esta causa. Una causa que también, seguramente, habrá de concederle al análisis y la evaluación de la gestión y de sus resultados, la importancia que merece. Aquí están llamados a jugar un papel importante los funcionarios de la Universidad de la República. Y desde el punto de vista de la conducción de la institución, la formación de esos recursos humanos, que están llamados a cumplir un papel tan importante en esa gestión que, ojalá, estemos en condiciones de evaluar rigurosamente para ir beneficiándonos de los resultados de esa evaluación y permanentemente ir mejorando la orientación de este proceso que está basado en valores fundamentales para un proyecto nacional de desarrollo, como el que aspiramos todos para nuestro país. Muchas Gracias.
VICEPRESIDENTE ASTORI: Antes que nada, mis palabras de agradecimiento. En primer lugar, al Gobierno Municipal de Tacuarembó, representado aquí por el señor Intendente, el señor Presidente de la Junta Departamental, al pueblo de Tacuarembó, a las autoridades universitarias a las que -junto al honor que representa para mí estar participando de esta actividad tan importante- quiero decirles que me siento como en casa. Soy universitario y siempre he creído que esto no significa meramente una posición académica o profesional. Es un compromiso con los valores superiores de la sociedad uruguaya y, especialmente, con la convivencia democrática.
La historia nacional ha penetrado siempre por las puertas y las ventanas de la Universidad de la República y se ha instalado permanentemente en su interior. La Universidad de la República también ha sabido salir a las plazas y a las calles del Uruguay para compartir la historia de nuestra sociedad. He integrado este consejo en dos etapas relevantes y recordables de la vida nacional. La primera, muy breve por razones obvias, cuando el autoritarismo se estaba transformando progresivamente en tiranía absoluta, que se ensañaría con el Uruguay en su conjunto y, en particular, con la Universidad de la República. La segunda, en el amanecer de la recuperación democrática cuando, entre todos los universitarios, intentábamos una labor de reconstrucción y de sueños de proyección hacia el futuro que, obviamente, luego fueron continuados, seguidos por toda una peripecia, como culminación de la cual siento hoy, personalmente -y quiero que me permitan decirlo- estamos participando de una etapa crucial de la vida universitaria.
Una verdadera cuestión de Estado y así lo ha definido el Gobierno actual que propuso el análisis de la educación en su conjunto y, por su puesto, incluyendo la enseñanza avanzada, la enseñanza superior, la terciaria. Como una cuestión que está por encima de las diferencias partidarias y de la alternancia de los gobiernos. Y que busca en el acuerdo entre los diferentes actores sociales, por encima de discrepancias que son naturales, lineamientos comunes que puedan ser respaldados en beneficio de nuestra sociedad.
Y así hemos definido el tema de la educación. Un tema que cuando nos convoca a la reflexión siempre puede motivar la apelación a dos conceptos muy importantes: el universalismo social y el universalismo cultural. El primero apuntando a la construcción de una sociedad integrada y justa; el segundo, recibiendo a las diferencias y sobre todo a las cercanías que se pueden construir entre las diferencias que normalmente tiene cualquier sociedad. Ambos conceptos tienen un factor de sustentación común, entre otros, son los fines de la educación. Los fines de la educación en una sociedad con referencia a la construcción o al alcance de niveles progresivamente más altos de desarrollo económico y social, que contienen en similar postura de jerarquía a la expansión material de la sociedad y a la construcción de justicia. Con términos de acceso equitativo a los frutos de esa expansión material. Los fines de una educación en la construcción de ciudadanía. Y, precisamente, en el marco de un proyecto nacional sin el cual, con visión estratégica, la discusión sobre los temas de la formación educacional carecería de una orientación fundamental.
Por eso es que queremos discutir el tema de la educación y en particular de la educación superior, en el contexto de ese proyecto nacional. Proyecto nacional -repito- por encima de diferencias partidarias y de la alternancia de gobiernos, que convoque a compartir lineamientos estratégicos fundamentales, encabezados por el hecho de que este pequeño país en tamaño físico pero enorme en potencialidad, pueda apuntar siempre al concepto de calidad, como concepto orientador fundamental del proyecto. Concepto de calidad que conduce inexorablemente a la jerarquización de la educación, del conocimiento y la cultura, como lineamientos estratégicos fundamentales de ese proyecto.
Invito a pensar no sólo en la importancia de estos tres conceptos, sino en su interacción. La educación, preparando el terreno fundamental para la creación de conocimiento. Este último, alimentando permanentemente el desarrollo educativo y el progreso cultural, haciendo que las sensibilidades espirituales sean fundamentales en la definición de valores y, en definitiva, en la orientación tanto de la educación como del conocimiento. Al fin y al cabo, la cultura no es otra cosa que el espacio en el que los integrantes de una sociedad se encuentran, crecen juntos, se cultivan juntos, desarrollan la autoestima colectiva y aprenden a respetar valores fundamentales, como el altruismo, la solidaridad, el respeto y la tolerancia.
Es en ese marco, entonces, en el marco de la orientación en que la calidad del país y su potencialidad, el papel de la educación, el conocimiento y la cultura, que tenemos que pensar todos: cómo promover una formación educacional cada vez mejor, conciente de sus relaciones con la creación de conocimiento y el avance cultural y, en particular, la enseñanza avanzada.
Y yo quiero decirles que repasar todos los documentos que han servido de base a esta sesión, escuchar al señor Rector, escucharlos a ustedes representando a los diferentes órdenes de la Universidad, me siento muy tranquilo. Porque creo que estamos apuntando en la dirección que necesita el país. Y sobre todo quiero referirme a esa especie de consigna general que está orientando la reforma universitaria iniciada en 2007 -si no recuerdo mal- que nos habla de la generalización de la enseñanza avanzada, combinada con el trabajo a lo largo de la vida entera. Es toda una consigna en cuyo marco podemos identificar orientaciones fundamentales, no sólo por el papel que le asigna a la generalización de la enseñanza avanzada, sino a la exaltación del trabajo como valor fundamental del camino a seguir en el futuro. Durante la vida entera, lo cual también tiene un significado -a mi juicio- muy profundo acerca del futuro que estamos viendo para el país.
Yo creo que el Gobierno actual está absolutamente comprometido con estos valores. Y trabajaremos, seguramente, en esta orientación. Y ese es uno de los ingredientes fundamentales para ir progresando: la voluntad política. Seguramente, quienes están en la oposición al Gobierno también comparten aspectos importantes de esta propuesta. Se requiere que junto con esta voluntad política -ojalá lo más general posible, ojalá lo más sostenible y sólida posible- necesita también una transformación de la educación y, en particular, una transformación de la educación superior y sobre todo un fortalecimiento de esa red, porque es una red y tiene que ser una red cada vez más fuerte que integra la formación educacional avanzada, con la investigación, la creación de conocimiento y el progreso cultural. Y la Universidad de la República está en esa red. Lo está con -menciono sólo ejemplos- la Agencia Nacional de Investigación y la Innovación, lo está con el Instituto Pasteur, con el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas, con el Sistema Nacional de Investigadores que, afortunadamente y después de tanto tiempo, tiene hoy el país en funcionamiento.
Al leer los documentos y los propósitos de la Universidad de la República -reitero- siento una profunda coincidencia con los lineamientos fundamentales que aquí están expuestos. En primer lugar, el fortalecimiento de las funciones básicas de la Universidad. No hay universidad sin investigación y esto lo hemos compartido con los universitarios durante tanto tiempo. No hay universidad sin crear conocimiento, porque esa es la base para fortalecer las funciones básicas que además integran la docencia y la extensión. La curricularización de la extensión me parece una novedad histórica y fundamental en la Universidad de la República. Curricularizar ese camino de doble vía que es la extensión por la cual la Universidad llega a los temas concretos de la sociedad y, al mismo tiempo, recibe las señales de esa sociedad para ir orientando su labor -reitero- me parece una novedad excepcional. Y estoy seguro que va a producir resultados concretos muy importantes.
En estas intenciones está también la mayor cercanía con el mundo productivo del Uruguay. Hoy mismo se ha vivido una jornada importante con la inauguración, el lanzamiento de esta carrera de Tecnólogo Cárnico, lo cual muestra que el sistema de educación terciaria no sólo se expande, se generaliza, sino que se acerca a la producción. Como, por ejemplo, en el programa que nos expuso el Decano de la Facultad de Agronomía apuntando, en el mismo sentido, a la diversificación de la oferta educativa, absolutamente fundamental tanto como la flexibilización de la misma, a través de un sistema cada vez más completo de créditos horizontales y verticales para docentes y para estudiantes.
La expansión y la descentralización de la enseñanza universitaria en la que el Gobierno y, en particular, nuestro Presidente ha insistido tanto está aquí claramente expuesta en esta propuesta que nos habla de centros universitarios regionales que están en marcha, de programas regionales de enseñanza terciaria y de polos de desarrollo universitarios. La llegada de la Universidad al interior tiene dos grandes caminos: por un lado, la instauración lisa y llana de la Universidad en el interior y, por otra parte, la participación en programas con diferentes actores sociales como, por ejemplo, lo que se está haciendo hoy en Tacuarembó que permiten, al mismo tiempo, esa presencia indirectamente -aunque no sea institucional- en la resolución, en la atención de problemas nacionales y regionales que son importantes.
Yo creo que hay que otorgarle una relevancia especial al fortalecimiento de la red de la que hablábamos hoy y promover dentro de la Universidad el progreso de aquellos núcleos que están responsables de hacer una conexión fuerte, sólida y sostenible con el conocimiento y con la cultura.
Dentro de cada institución existe eso. Y en el marco de este proceso, destacar los institutos que se están creando y que se están reglamentando en este momento (el Instituto Universitario de Educación, el Instituto Terciario Superior) nos están revelando que se están multiplicando y enriqueciendo las posibilidades de fortalecer lo que aquí mismo se llama un sistema terciario a escala nacional. Un sistema terciario que se proyecta, se instala y toma orientación y relación con la sociedad uruguaya en su conjunto; territorialmente hablando y educativamente hablando.
Así que, termino resaltando estas coincidencias fundamentales y, por supuesto, nuestra voluntad de estar permanentemente al servicio de esta causa. Una causa que también, seguramente, habrá de concederle al análisis y la evaluación de la gestión y de sus resultados, la importancia que merece. Aquí están llamados a jugar un papel importante los funcionarios de la Universidad de la República. Y desde el punto de vista de la conducción de la institución, la formación de esos recursos humanos, que están llamados a cumplir un papel tan importante en esa gestión que, ojalá, estemos en condiciones de evaluar rigurosamente para ir beneficiándonos de los resultados de esa evaluación y permanentemente ir mejorando la orientación de este proceso que está basado en valores fundamentales para un proyecto nacional de desarrollo, como el que aspiramos todos para nuestro país. Muchas Gracias.